Cuando alguien decide ser scout, ya sea con 6 o con 36 primaveras, lo da a conocer a los demás realizando una sencilla promesa ante el Grupo que le acoge y que comienza con la fórmula “Prometo por mi honor…”. De esta manera, el aspirante a scout se compromete públicamente a intentar vivir de acuerdo con los valores y principios que conforman los diez artículos de la Ley scout.
De niña me acostumbré a no jurar, me gustaba más la fórmula que en casa me enseñaron, sin conocer aún el escultismo: Dar mi palabra de Honor. Este tipo de compromiso partía de lo positivo, ya que presuponía que yo ya contaba con una serie de cualidades personales, que se cuestionarían si no estaba a la altura y no cumplía con lo prometido.
En el complicado panorama social que nos rodea “Prometo por mi honor” adquiere para mí matices sociales importantes que quiero compartir con vosotros. Ofrecer como prenda mi honor hace referencia más que nunca a poner en tus manos mi credibilidad si no cumplo, a asegurar la coherencia entre lo que hago y lo que pienso, a comprometerme con los más débiles, a ser generosa de espíritu, a dignificar mi trabajo en la pequeña parcela de responsabilidad social que se me asigna, a no llevarme lo que no me corresponde, a hacer cuanto de mí dependa para que las cosas funcionen como me gustaría que funcionaran si yo fuese usuaria, a ser reivindicativa pero también constructiva en la adversidad, a mantener “mi palabra de honor” libre de dudas para los que me conocen y a forjar en todo ello mi mayor tesoro personal.
¡¡¡Cuantos hombres y mujeres situados en lugares estratégicos de poder debieron formular en su día una promesa tan sencilla como esta: Prometo por mi Honor….!!!
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Autora: Tonuka (Toñi Fernández Cruz)